martes, 5 de junio de 2012

Agrotóxicos y Salud. El caso argentino (1ra. parte)

Ana María Liberali


Introducción

“...la producción capitalista sólo sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso social de producción socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el hombre.”
(Marx, Karl “El Capital”, tomo I. Fondo de Cultura Económica. México).

Parecería que la contaminación fuera un fenómeno que el “hombre” como ser biótico, uno más del ecosistema global, generara sobre la naturaleza prístina sólo por maldad intrínseca, como fiel descendiente de Caín. Se despoja así al “hombre” de la sociedad, aquel contexto en el cual le toca vivir y que lo modifica y condiciona a su antojo, por más que intente, a veces, evadirse. Es así como los aspectos socio-económicos son en sí mismos inseparables de los físico-ecológicos.
Cada sociedad tiene una organización interna que permite lograr a algunos de sus miembros, los objetivos más trascendentes e imprescindibles, los de la subsistencia; mientras que a otros, les otorga beneficios materiales muy superiores, como hiperconsumo de bienes suntuarios.
Así es como una sociedad, a partir del desarrollo de determinado modo de producción, hace uso y abuso de los elementos provenientes de la naturaleza que tiene a su alcance.
El lugar social que se ocupa no está desligado del económico, y por ende, tampoco del “ambiente natural” del cual se dispone. Por lo tanto, la contaminación del medio ambiente  dependerá de las necesidades de lograr beneficios económicos inmediatos a menores costos, por parte de quienes hegemonizan los medios de producción.
Si bien podría llegarse a la conclusión, de que por estar presentes en la corteza terrestre, todos contaminamos, los  beneficios, las responsabilidades y los costos, serán diferentes, tanto como las desigualdades socio-económicas. Habrá entonces quienes concentrarán los beneficios y otros que sólo pagarán los costos.
Las manifestaciones geográficas no son más que un espejo de las socio-económicas, cumpliéndose la misma lógica territorial con absoluta prolijidad.
En las economías periféricas, destinadas a la producción de materias primas para los mercados centrales, la renta de la tierra tiende a disminuir tanto por cuestiones de sitio como de posición geográfica.
Cuando hablamos de sitio, nos estamos refiriendo básicamente, a los menores rendimientos ocasionados tanto por fenómenos naturales que generan una disminución de la fertilidad (sequías, inundaciones, salinización), como a malas prácticas agropecuarias que han contribuido y/o que contribuyen al agotamiento de los suelos.[1]
Respecto de la cuestión posicional, tomando como base la teoría clásica de von Thünen[2], podríamos afirmar que la excesiva distancia a los mercados, contribuiría a dismimuir la rentabilidad, sumando a este factor la escasa competitividad de los productos agrícolas respecto de los bienes manufacturados.
Es así como, grandes y pequeños productores, deciden aumentar las ganancias en el sector, a partir de dos caminos:
1)    La sobreexplotación de la tierra;
2)    La sobreexplotación del hombre.
Esta situación trae aparejada una mutua destrucción por los niveles de degradación a los que se los somete.
La sobreexplotación de la tierra se basa tanto en la elevada densidad de cultivos y/o ganado que son introducidos en los campos como en el agregado de elementos artificiales, agroquímicos, tendientes a aumentar la fertilidad y a erradicar las malezas y plagas que atentan contra las especies deseadas. Pero esta sobrecarga productiva a partir de sobredosis de sustancias químicas, suele agotar hasta las tierras más productivas. Por otra parte, la cantidad de horas de trabajo en condiciones precarias, sin elementos tecnológicos ad hoc y con escasa remuneración dan origen a la emigración o a la mortalidad temprana.


Los Principales Agentes de Contaminación

Existe variada información tanto a nivel mundial como en Argentina sobre cuáles son los elementos físicos y químicos que dañan los ecosistemas, y por ende, a quienes los que allí habitan.
Tanto la Organización Mundial de la Salud como la Organización Panamericana de la Salud y otras instituciones de “protección a la Naturaleza” suelen llenar páginas de publicaciones ad hoc, de diverso grado de comprensión.
Sabemos entonces, y existen comprobaciones manifiestas al respecto, que tanto agentes físicos (ruidos urbanos o generados en lugares de trabajo), como químicos (metales, monóxido y dióxido de carbono, agroquímicos distribuidos en aire, agua y biota) nos afectan día a día, y constituyen la causa de enfermedades de “origen desconocido” o de mortalidad temprana de los miembros más débiles de cada sociedad. Sin embargo, se los consume a diario a nivel público o doméstico (a través del aire o de los alimentos), se los publicita, son de venta libre, y existen cada vez más empresas que se especializan en su producción.
Los pesticidas son sustancias químicas, de distinto grado de toxicidad, usadas para combatir plagas (plaguicidas), insectos (insecticidas), malas hierbas (herbicidas), hongos (fungicidas), etc. Algunos de estos pesticidas se degradan lentamente, por lo que pueden permanecer en el ambiente durante varios años, llegando a contaminar acuíferos y pasar a la cadena alimentaria. ¿No se conoce acaso quiénes los producen? ¿Se prohíbe su elaboración? En los EE.UU. existen publicaciones donde figuran todos los elementos químicos cuya “utilización” está prohibida en ese país y que, por lo tanto, son exportados a los países latinoamericanos.[3] Argentina está entre ellos, habiendo aumentado su importación a partir del “Plan de Convertibilidad”. Estos datos pueden cotejarse con una correlación directa entre la mejora de los rendimientos y el aumento de las importaciones de plaguicidas de uso agrícola.
A partir de informantes claves se pudo disponer de datos acerca de utilización de organoclorados y organofosforados, muchos de ellos de alto riesgo ambiental y social. Ante la tendencia generalizada de resistencia al plaguicida, la actitud consiste en su sobreutilización, lo cual complica la situación.
Entre los organoclorados utilizados, los más peligrosos son: el dieldrin, aldrin y DDT, con el objeto de actuar como antisárnicos, piojicidas, hormiguicidas, raticidas y vizcachicidas, tanto para la protección de bovinos como de ovinos.
Por otra parte, los organofosforados cuya utilización es de mayor riesgo son: el fosfuro de aluminio y el parathion, que se emplean también como antisárnico y vizcachicida, para lograr una mejor producción de vacas y animales pequeños, como de cereales, en especial de trigo.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), los organoclorados están altamente vinculados con la generación de cáncer de mama, con la disminución de esperma y con alteraciones en el sistema nervioso central; mientras que los organofosforados son causantes de depresiones y muerte rápida por intoxicación.









PRINCIPALES PRODUCTOS de ALTA TOXICIDAD[4]

Agroquímicos
Uso
Consecuencias en la salud
ÁCIDO 2, 4, 5- TRICLOROFENOXIACÉTICO

Fitotóxico para casi todos los vegetales de hoja ancha, especialmente algodón, tomates, ornamentales, viñedos y frutales
Carcinogénico y teratogénico
ALDICARB (TEMIK)
Control de trips o piojillo de la cebolla. Se aplica durante la siembra del algodón, hortalizas o en plantas de jardín.
La exposición a altas cantidades puede causar debilidad, visión borrosa, dolor de cabeza, náuseas, lagrimeo, sudoración y temblores. Dosis muy altas pueden ser mortales para los seres humanos, ya que pueden paralizar el sistema respiratorio.
ALDRIN – DIELDRIN - ENDRIN
Langostas, tucuras y otros insectos.
Confusión, malestar, cefalea y fatiga. Se acompaña de vómitos de probable origen central, dolor abdominal y diarrea. En las intoxicaciones graves se producen convulsiones con pérdida de conciencia. En las fases interconvulsivas el enfermo se encuentra confuso pero con sus constantes vitales conservadas. Puede complicarse con episodios de hiperexcitabiliad miocárdica y coma, produciéndose la muerte por parada respiratoria, edema agudo de pulmón o fibrilación ventricular.






Agroquímicos
Uso
Consecuencias en la salud
CANFECLOR (TOXAFENO)
Insectos en cosechas de algodón y en otras cosechas. También se usó para controlar insectos en el ganado y para matar peces indeseables en lagos.
Daño a los pulmones, al sistema nervioso, y los riñones y puede aun causar la muerte.
CLORDANO
Cosechas de maíz, frutas cítricas y en prados y jardines domésticos para el control de termitas y otros insectos.
Afecta el sistema nervioso, el sistema digestivo y el hígado en seres humanos y en animales. Dolores de cabeza, irritabilidad, confusión, debilidad, problemas de la vista, vómitos, calambres estomacales, diarrea e ictericia. Puede producir convulsiones y causar la muerte.
CLORDIMEFORM
Control de diversas plagas
Puede causar efectos al sistema nervioso y en la sangre, resultando en problemas funcionales y en la formación de meta hemoglobina, irritación de la vejiga y sangre en la orina
DBCP (DIBROMOCLOROPROPANO)
Pesticida en frutales, especialmente bananales
Esterilidad masculina
DDT
Pesticida usado extensamente en el pasado para controlar insectos en agricultura y trasmisores de enfermedades como la malaria.
Reacciones alérgicas
Cáncer
Lesiones hepáticas
EDB
Fumigador
Es extremadamente tóxico y cancerígeno
ENDOSULFAN
Control del pulgón, oruga de la hoja, oruga del capullo, chiche horcias, lagarta rosada en el algodón. Chinche verde de la soja
Cáncer, neurotoxicidad y alteraciones hormonalkes
HCH (BHC)
Insecticida
Reacciones fotoalérgicas
Neurotoxicidad y hepatotoxicidad. Efectos inmuno-supresores y efectos en la Cáncer de pecho en seres humanos.
HEPTACLORO
Protección de plantas contra plagas y pestes
Causa hiperexcitación del sistema nervioso central y daños al hígado
LINDANO
Protección de plantas contra plagas y pestes
Náusea, inquietud, dolor de cabeza, vómito, temblor, ataxia, convulsiones



Agroquímicos
Uso
Consecuencias en la salud
METIL-PARATIÓN
Plaguicida
Puede causar goteo de nariz, tos, molestias al pecho, falta de respiro y resoplidos por la constricción o exceso de fluidos en los tubos bronquiales.Al contacto con la piel puede causar sudor localizado y contracciones musculares involuntarias. problemas de memoria y de concentración, desorientación, grave depresión, irritabilidad, pesadillas, sonambulismo y somnolencia o insomnio. Al contacto ocular causará dolor, hemorragia, lacrimación, constricción de la pupila y visión borrosa. El envenenamiento grave por cualquier vía afectará el sistema nervioso central, produciendo incoordinación, hablar arrastrando las palabras, Pérdida de reflejos, debilidad, fatiga, contracciones involuntarias de los músculos, temblores de la lengua o de los párpados, y finalmente parálisis de las extremidades y de los músculos respiratorios. Otros efectos son defecación y urinación involuntarias, psicosis, ritmo cardiaco irregular, inconsciencia, convulsiones y coma. La muerte puede ser causada por fallo respiratorio o paro cardiaco.
PARAQUAT
Herbicida
Dermatitis de contacto
Neumonitis
PARATIÓN
Plaguicida
Sustancia irritante para los ojos, la piel y el tramo respiratorio. Puede causar efectos al sistema nervioso, resultando en convulsiones, fallos respiratorios y debilidad muscular. Inhibición de la colinesterasa.
PENTACLOROFENOL
Plaguicida utilizado en zonas forestales para insectos que atacan a la madera.
Puede causar sudoración, fiebre alta, problemas respiratorios, dolor de tórax y abdomen, y muerte. Una breve exposición puede dañar el hígado, riñones, piel, sangre, pulmones, sistema nervioso y el tramo gastro-intestinal. El contacto puede irritar ojos, nariz y garganta.
Puede causar mutaciones en células vivas, y puede dañar el feto en desarrollo. La exposición repetida puede dañar el hígado, riñones, sangre y sistema nervioso; puede también causar bronquitis y erupción cutánea.

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la Organización Mundial de la Salud y de otras fuentes autorizadas.


Pero, hoy no se puede hablar de cerrar fronteras para evitar contaminación. Existen sin duda zonas de mayor concentración de contaminantes, pero el efecto “boomerang” permite que los residuos retornen a través de vientos y aguas a quienes los producen.
Las principales formas de expansión son:
. Por aspersión e inmersión;
. Por desplazamiento de envases;
. Por fumigación aérea.

El traslado de los plaguicidas por escorrentía regular o extraordinaria, como es el caso de las inundaciones, provoca contaminación de las aguas y, de hecho, pérdida ictícola.
Si por el contrario, el agroquímico se deposita en los suelos, afecta el forraje y puede concentrarse en carne o leche.
Gran parte de las empresas cuyos beneficios se basan en estos productos son las que a la vez sostienen a organizaciones “pro-ecología” desgravando así sus cargas impositivas y pudiendo así ejercer el control de las multas, que no alcanzan a una mínima parte de sus ganancias, aunque para el imaginario colectivo aparecen como “sumas castigo” extremadamente elevadas.
Quienes tienen acceso a la adquisición de estos productos químicos, que les solucionarán grandes problemas de producción, serán también quienes botarán los desechos a las zonas marginales, que perderán aún más valor siendo habitadas por quienes no tienen otra posibilidad de asentamiento. Es decir, que aquí no sólo debemos considerar a los agentes físico-químicos de contaminación sino fundamentalmente a los actores sociales, que son los principales responsables de estos hechos.
La mayor productividad en el campo del sector agropecuario como de determinadas ramas de la industria tiene su origen en la continuidad de la utilización de elementos y/o de técnicas de deterioro ambiental. Esta es entonces la principal razón de las dificultades en limitar su utilización desde organismos estatales o de los organismos no gubernamentales, que pretendieran hacerlo.[5]
En el caso de la Argentina, no existen buenos registros generales sobre estos elementos en el aire y en las aguas y no se han destinado presupuestos para efectuar los relevamientos necesarios.
Por lo tanto, los datos obtenidos son parciales, sin continuidad, de escasa comparabilidad, registrados bajo métodos y técnicas diferentes, y absolutamente aislados.
A partir de estos parámetros deberemos comenzar a plantear formas de aproximarnos a la elaboración de un diagnóstico más fidedigno, si es que se quieren evitar consecuencias tan graves como las que se conocen en casos extremos a través de los medios de comunicación masiva.


La Población más Afectada

El mayor riesgo humano lo sufre, sin duda, la población rural, ya que la utilización de agroquímicos (sea por fumigación aérea, sea por infiltración en napas o derrame en ríos) aumenta su exposición, agravándose la situación en la medida de no contar con los recursos asistenciales adecuados para paliar situaciones creadas por el ”ambiente”.
Sin duda la marginalidad juega en contra de la expectativa de vida de la población rural. Existe en la zona un alto porcentaje de viviendas sin agua ni cloacas, como también con elevados niveles de analfabetismo. La población sin agua ni cloacas utiliza las aguas de pozo para el consumo doméstico pudiendo éstas estar altamente contaminadas.
Por otra parte, quienes trabajan con plaguicidas y carecen de alfabetización no pueden tomar en cuenta las indicaciones y precauciones escritas en los envases.
Entre los efectos agudos podemos mencionar las intoxicaciones accidentales letales, mayormente ocupacionales; y otras intoxicaciones sin letalidad, crecientes por aumento en el consumo; y los niños incorporados a actividades rurales.

En cuanto a la población expuesta:
. Los trabajadores del agro en general[6];
. Sus familiares, embarazadas y niños de corta edad[7]
. Quienes se encargan de realizar las tareas de fumigación
. La comunidad rural que vive en las cercanías de los campos
. Quienes realizan aplicaciones domésticas
. Los que participan de las campañas de salud pública
. Quienes consumen residuos de plaguicidas en alimentos y agua

Es por esto, que el Mapa de la Pobreza constituye la base de datos más importante para comenzar a evaluar las áreas de mayor población expuesta.
Si hacemos un simple relevamiento de la cantidad y densidad de la población de la Argentina, veremos que la mayor concentración se encuentra en la región pampeana, más precisamente en el cordón Rosario-Buenos Aires-La Plata. Otras áreas de elevada cantidad, aunque mas no sea de manera puntual, estarían representadas por Córdoba y Cuyo, seguidas con grandes diferencias por las provincias del Norte.
Por lo tanto, en especial los conurbanos de Buenos Aires, Rosario y Córdoba serían las áreas a considerar como de mayor riesgo de contaminación referida a polución por smog y otros elementos a estudiar pormenorizadamente en las aguas y en los basurales de los suburbios.
La marginalidad creciente en nuestro país juega desfavorablemente desde varios puntos de vista. Uno de ellos se debe a que los márgenes de ganancia de las empresas establecidas en el país han disminuido, y los controles ambientales les juegan en contra. Ante la amenaza de cierre, se produce el binomio contradictorio contaminación o desempleo. Este hecho hace que al margen de otros negocios de índole diverso, las autoridades no quieran aumentar aún más las tasas de desocupados, ya demasiado elevadas, por cierto. Es decir, que los empresarios amenazan con levantar sus plantas ante un pequeño aumento en sus costos de producción sumado a un mercado cada vez más reducido.
Otro punto de vista, absolutamente relacionado con lo anterior, da origen a peores situaciones habitacionales ante condiciones de trabajo adversas. Las casas tomadas y la localización de villas de emergencia en basurales o márgenes de ríos y riachos contaminados (verdaderas cloacas) atentan contra la salud y la vida de los más marginados.
El tipo de vivienda es una consecuencia directa de lo expuesto y la falta de servicios, en especial de agua potable de red, aumenta los niveles de riesgo. Los efluentes industriales, así como los agroquímicos y otros desechos se trasladan a través de las napas y son consumidos, sin alternativa, por la población marginal de las grandes ciudades.
Entre los trabajadores urbanos expuestos, podemos destacar a los que se desempeñan en:
. Fábricas de agroquímicos: -quienes sintetizan el ingrediente activo y/o lo formulan.
 . Transporte[8] y comercialización: -quienes cargan y descargan los productos.
. Viveros: -quienes cultivan plantas ornamentales.
. Compañías de fumigación: -cuando no se cuenta con la vestimenta adecuada.



[1] David Ricardo establece una lógica de localizaciones en relación con las diferentes rentas del suelo basada fundamentalmente en condiciones de sitio.
[2] La teoría locacional de von Thünen consiste en considerar a los sitios como espacios homogéneos, tomando solamente los diferenciales posicionales como únicos factores de análisis.
[3] Entre otras, la publicación de la Organización Mundial de la Salud, redactada por HENAO, S. et al: “Los Plaguicidas en las Américas”. editada en Washington, D.C., cuenta con un listado de los productos prohibidos en EEUU y su destino latinoamericano de exportación.
[4] Gran parte de ellos han sido prohibidos o limitada su utilización por el Convenio de Rotterdam (del cual Argentina forma parte), sobre el Procedimiento de Consentimiento Fundamentado Previo aplicable a ciertos plaguicidas y productos químicos peligrosos objeto de comercio internacional entró en vigor el 24 de febrero de 2004. La primera reunión de la Conferencia de las Partes del Convenio de Rotterdam tuvo lugar del 20 al 24 de septiembre de 2004 en Ginebra y la segunda del 27 al 30 de septiembre de 2005 en Roma. El Convenio representa un paso importante para garantizar la protección de la población y el medio ambiente de todos los países de los posibles peligros que entraña el comercio de plaguicidas y productos químicos altamente peligrosos. Contribuirá a salvar vidas y proteger el medio ambiente de los efectos adversos de los plaguicidas tóxicos y otros productos químicos. Establecerá una primera línea de defensa contra las tragedias futuras impidiendo la importación no deseada de productos químicos peligrosos, en particular, en los países en desarrollo. Al dar a todos los países la capacidad de protegerse contra los riesgos de las sustancias tóxicas, habrá puesto a todos en pie de igualdad y elevado las normas mundiales de protección de la salud humana y el medio ambiente.[
[5] “No podemos perder ni un solo dólar en ventas” es lo que los funcionarios de la empresa MONSANTO expresaron para que el gobierno norteamericano hiciera caso omiso a las denuncias de los científicos sobre las consecuencias en la salud de sus productos. Esta y otras empresas lograron que los gobiernos de Reagan y Clinton desregularan la industria, mediante el sistema de “revolving doors” (hombres de las empresas en los cargos públicos de control). (Robin, 2008)
[6] Se incluye a cosecheros, almacenistas, otras tareas diversas y a quienes laboran en bosques implantados.
[7] Se han encontrado agrotóxicos en leche materna.
[8] Cabe destacar los residuos químicos que quedan en las banquinas de las rutas.

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