sábado, 9 de junio de 2012

Agrotóxicos y Salud. El caso argentino (2da. parte)

El campo argentino

Se trata aquí de evitar al máximo todo tipo de plaga al costo que sea. En este caso todo el país está altamente afectado y muy especialmente lo que responde a agricultura de tipo intensivo acompañada de alta temperatura y humedad.
En el norte, las cosechas de algodón, de tabaco, la quema de los cañaverales, etc. son casos de contaminación socio-ambiental.
La zona algodonera del Chaco se caracteriza por presentar indicadores de mortalidad temprana muy por encima de la media nacional. Estas condiciones tienen, sin duda, directa relación con las actividades productivas con condiciones naturales complejas, en un marco de extrema pobreza.
En la provincia de Misiones cinco de cada mil chicos nacen afectados de Meliomelingocele, una gravísima malformación del sistema nervioso central. La incidencia se extiende a las zonas donde más se utilizan agrotóxicos.

"Luego de visitar todas las zonas rurales y ver el consumo de agrotóxicos certificamos que nuestros pacientes venían de los lugares donde más agrotóxicos se utilizaban" afirmó. Esto se hizo acá, sin presupuesto, sin ayuda y en contra de todos los que financian los proyectos de investigación que les conviene porque esta provincia no se fumiga con la mochila detrás de la espalda, sino con aviones" y denunció "cuando vemos qué presupuesto tiene para Latinoamérica Monsanto, que tiene su gran agencia acá en Posadas, 30 mil millones de dólares son los que invierten en agrotóxicos para que unos pocos sean muy ricos y para que todos los demás seamos discapacitados".[1]

Cabe tener en cuenta que en Misiones se estima que cerca del 13% de su población tiene alguna discapacidad, duplicando casi la media nacional.[2]
También existen trabajos de investigación sobre los químicos perjudiciales que flotan en las aguas del río Negro y que son producto de los agroquímicos utilizados en las chacras.
Otro caso de importancia es la cantidad utilizada en los viveros, en especial para la producción de flores de exportación.
La cuenca del Salado, en la provincia de Buenos Aires, es una zona agropecuaria, con alta carga de plaguicidas para mejorar el rendimiento de cultivos y ganado. Durante el período de inundación estos agroquímicos se expanden por los suelos y posteriormente se infiltran en las napas, siendo fuente de consumo de la población, en especial de la rural, que llega a elevado número de muertes tempranas.
Si bien la contaminación de las aguas y los suelos, en toda zona agropecuaria, se produce por abonos, materia fecal y plaguicidas, en la cuenca del Salado las consecuencias se extienden a una superficie ampliada vertical (aguas subterráneas) y horizontalmente (inundaciones) debido a las características de su régimen.
En base a lo observado, puede afirmarse que las fumigaciones se realizan tanto por aspersión como por inmersión sumando, además, el desplazamiento de los envases que en muchos casos son lanzados al río.
Uno de los mayores riesgos en la prevención de enfermedades en el ganado, es la sobreutilización de biocidas.  En muchos casos, los insectos y roedores requieren cada vez dosis mayores de “venenos” debido a tener más resistencia. Esto trajo aparejado presencia de DDT en leche[3] y carne vacuna.
A pesar de pretender lograr lo contrario, en más de una ocasión, este hecho terminó resultando una deseconomía, debido al rechazo  algunos embarques de exportación a causa de que los análisis químicos realizados por los países receptores denunciaban la sobredosis de plaguicidas.
El ganado también puede contaminarse por concentración de químicos en alfalfares, además de absorber los organoclorados y organofosforados que se disuelven en las aguadas.
Si bien en este caso la región pampeana se destaca por el mayor consumo del país, el norte le sigue en importancia no quedando exenta la región patagónica donde se baña al ganado ovino con productos de alto riesgo, tirando los residuos en los ríos que llegan al mar, receptáculo de todos los desechos continentales.
Un producto ampliamente usado como insecticida en las zonas productoras de soja es el endosulfan[4]: “Se trata de un organoclorado, producto de alta toxicidad cuya dosis letal media oral es de 18 mg/kg. Es decir que poco más de un gramo del principio activo es capaz de causar la muerte de un hombre adulto.[5] Por este motivo, su utilización ha sido prohibida en gran cantidad de países. Los productores rurales parecen ignorar estos peligros a pesar de las recomendaciones de los profesionales agrónomos y las campañas informativas realizadas. Especialmente los procedimientos de almacenamiento y mezclado de productos en las cercanías de la vivienda del productor. En la zona observada comenzó a llamar la atención la presencia de dos patologías de especial relevancia: el aumento de la mortalidad perinatal y la alta incidencia de embarazo anembrionado que se correlacionaban con el incremento en la superficie sembrada.” (Gianfelici, 2005)[6]
“Los ataques de la tucura han tenido una inusitada violencia, algo de lo que poco y nada se conoce en las ciudades. Los agricultores, con ayuda del estado, vienen tratando de aniquilar al bicho sin éxito, desde el mes de marzo. Normalmente el insecto desaparece con poca o ninguna participación humana, llegado el invierno, para resurgir recién entrada la primavera. Durante esa estación debería terminar su ciclo. Este año no fue así. La tucura quebrachera todavía cubre como un ominoso manto lo que va quedando de montes en la región; y lo que es peor, gran parte de los sembrados.
El nombre tucura es de origen guaraní. El bicho era conocido por los aborígenes, quienes sabían que a diferencia de su semejante, la langosta, no tiene hábitos migratorios. Cada colonia de tucuras “adopta” un espacio vital, donde suele instalarse para siempre, cumpliendo normalmente el ciclo que ya se refirió.
¿Por qué ahora no ocurrió aquello, sino al contrario, las tucuras parecen haber adoptado actitud de langostas y lentamente se están desplazando, desde el norte de Córdoba hasta el mismísimo Chaco? No sólo eso, también están reproduciéndose, de una manera nunca vista antes, hasta tornar insuficientes los esfuerzos de numerosos camiones fumigadores enviados por el gobierno. Uno de los responsables gubernamentales del combate, el ingeniero Guillermo Brin, cuando le preguntamos la causa por la cual la tucura “quebrachera” se lanza ahora tan masivamente sobre los campos de sorgo, pasturas y soja, contestó: “Porque cada vez va quedando menos quebracho blanco.
En la Argentina “el negocio agropecuario” está llegando a un verdadero clímax de rendimiento económico, soliviantado por las inmensas exportaciones de soja y sus derivados. Precisamente las altísimas necesidades de gas oil por las que claman las asociaciones agrarias industriales está ligada directamente con las “cosechas record” obtenidas en 2006. No se dice que esas cosechas están dejando millones de hectáreas degradadas, a las que los hijos o nietos de estos productores abandonarán (si en caso viven allí) pues nunca más podrán ofrecer otra cosa que yuyos o polvaredas.
Estos verdaderos depredadores humanos suelen ser, sin embargo, tratados como niños mimados. No sólo se les otorga una y otra vez larguísimos refinanciamientos bancarios, sino también suelen dragarse ríos, exceptuarlos de retenciones y hasta subsidiarlos para que “no dejen de producir”.
Son estos mismos productores agropecuarios quienes, así como eliminaron a los aguiluchos desde La Pampa, incluyen en sus “daños colaterales” la desaparición de millones de hectáreas de quebrachales en Santiago del Estero, Córdoba, El Chaco, Misiones, Formosa, Corrientes, Entre Ríos. La tucura quebrachera, animal voraz por excelencia, sin quebracho blanco para mondar, se lanza por cierto ahora sobre cualquier planta. Hemos recogido información de que durante una avanzada similar, en Honduras, arrasaron hasta con las hojas de las palmeras (curiosamente, sin interesarse en sus frutos).Y otra vez se oye a las asociaciones agrarias clamar por ayuda gubernamental.“ (Carreras, 2010).


No a las Papeleras

En Argentina hay varias gigantescas papeleras, que utilizan para su provecho grandes extensiones de bosque y extraordinarios volúmenes de aguas. Algunas de ellas están en manos de empresas multinacionales; aquí una lista de las once principales: Alto Paraná, Celulosa Puerto Piray y Papel Misionero, en la provincia de Misiones; Celulosa Campana S. A., Papel Prensa y Massuh en la provincia de Buenos Aires; Productos Pulpa Moldeada, en la provincia de Río Negro; Papelera del Tucumán, en la provincia de Tucumán; Papelera del NOA y Ledesma, en la provincia de Jujuy; y Celulosa Argentina en la provincia de Santa Fe. Estas papeleras son las que, silenciosamente hasta ahora, vienen produciendo y en muchos casos, según denuncias, contaminando en la Argentina. Las más conflictivas son Alto Paraná y Celulosa Puerto Piray,[7] Celulosa Argentina, Ledesma, y Papelera del Tucumán.[8]

Pero el problema de la contaminación no se reduce a la tecnología empleada (el debate central en torno de las plantas de Uruguay) sino que, aún antes de que haya empezado a funcionar la primera máquina, empieza en el desastre ambiental que pueden causar las plantaciones de pinos foráneos -como se denuncia en Misiones- o en las enfermedades causadas por el bagazo usado como materia prima -como se denuncia en Jujuy-. Las denuncias sobre Misiones ejemplifican la "piedra libre" que las empresas estarían en condiciones de lograr, no sólo por la inacción de las autoridades reguladoras sino por la extorsión de hecho a la que pueden ser sometidas las poblaciones cuando sus fuentes tradicionales de subsistencia -por caso el cultivo de yerba mate- les han sido sustraídas.[9]
El uruguayo Ricardo Carrere forma parte de la ONG Guayubira, que viene sosteniendo una consecuente oposición a la instalación de las plantas de celulosa de Botnia y Ence en Fray Bentos -que incluyó la presentación de una carta abierta al gobierno uruguayo firmada por decenas de investigadores universitarios-. Este ambientalista efectuó una investigación en la provincia de Misiones, donde observó que "en Papel Misionero hay una contaminación tremenda del río; apenas han puesto una redecita para que no se note la espuma". Pero la planta que más interesaba a Carrere era Alto Paraná, que utiliza una tecnología de blanqueo (parcialmente libre de cloro) similar a la que emplearán las fábricas de Fray Bentos. Empezó por advertir el "lamentable estado del río, donde los peces han desaparecido, las aves brillan por su ausencia y el aire huele a huevo podrido".[10] Además, el ambientalista se detuvo en un problema que no depende de la tecnología de blanqueo: el reemplazo de la biodiversidad propia de la selva misionera por uniformes plantaciones de pinos: "El sector forestal insiste en llamar 'bosques' a los monocultivos de árboles: intentan convencer de que están llevando una 'reforestación' pero estas plantaciones no tienen nada en común con un bosque y menos aún con la enormemente diversa selva misionera", comentó Carrere. Un ejemplo serían los efectos causados por "el polen de los pinos: tratándose de grandes masas de árboles de una o dos especies, todos florecen en la misma época y desprenden enormes cantidades de polen, generando problemas respiratorios y alérgicos". Otro efecto ecológico impensado es "la invasión de mosquitos": porque "el alto consumo de agua por las plantaciones de pinos hace desaparecer a las ranas, que controlaban la población de mosquitos", explicó Carrere.
"Hay mucha gente con asma, todos los problemas respiratorios se agudizan, aumentaron mucho las enfermedades respiratorias y también las de la piel, y hay mucha gente con distintos tipos de cáncer", afirman los vecinos. Pero "ni los médicos ni nadie quiere hablar” -sostuvieron-. www.ecoportal.net


Conclusiones

Existe gran variedad de usos de biocidas por parte de diferentes sectores de la población.
Como ya se manifestó se registra un alto consumo en zonas rurales con el fin de disminuir los riesgos de plagas en cosechas y de insectos que atacan al ganado.
Por una parte, los patronos de los campos pretenden aumentar los rendimientos sin importar demasiado lo que ocurra ni con los trabajadores ni con los futuros consumidores de los productos agropecuarios, que cada vez llevan mayor carga de agroquímicos no permitidos (por lo menos en otros países).
Cuando se realizan fumigaciones en forma aérea es evidente que la destrucción es al unísono a nivel humano y del ecosistema, en especial de la avifauna. Es un caso interesante el de la zona de Balcarce (valle de cultivos entre Tandil y Mar del Plata) donde prácticamente ya no existen aves por envenenamiento directo y por falta de alimento (insectos).
Es decir que las áreas rurales tienen grados de contaminación aérea y por acuíferos muy elevados. En el norte de nuestro país esta situación se agrava por las condiciones climáticas que favorecen la reproducción de insectos y reptiles, aumentando todos los riesgos expuestos.
En las áreas urbanas de sectores socio-económicos medios y altos, además de contratarse empresas fumigadoras que contribuyen a destruir una cadena mayor que la requerida por los propios clientes, se ha difundido en forma masiva la venta de insecticidas en forma descomunal, especialmente los destinados a uso doméstico, jardines, viveros y espacios de recreación como plazas y parques.
Este es un hecho que por seguir la ley de la oferta y la demanda en el mercado no se pone en conocimiento de la población el alto riesgo que todo esto conlleva.
Encuestas y difusión en los niveles elementales de enseñanza, tal vez sean las formas de actuar más efectivas, por lo menos a mediano plazo, ya que la desinformación acarrea uno de los mayores riesgos.
Los estudios deben ser específicos de cada área debido a que a cada cultivo corresponde su enemigo natural y su plaguicida. Los “visitadores” de las empresas de ventas de productos químicos lejos de asesorar pretenden aumentar las ventas, ya que sus ingresos dependerán, en gran medida, de recibir una “comisión” proporcional. Esto se ha sumado a agrónomos pertenecientes o no a organismos oficiales, quienes, debido a la anemia de sus ingresos, se suman a ser meros comerciantes que recetan agroquímicos al mejor postor.
Existe una escasez notoria en la asignación de recursos económicos y una falta (y a menudo postergación) de decisiones para poder evaluar adecuadamente estas cuestiones. Las políticas emergentes de los conocimientos científicos son en general inconsistentes. Los lineamientos sanitarios en la Argentina, sobre todo en la última década, han descuidado estos tópicos. La mayor parte de los profesionales de la salud rechaza verse involucrados en procesos políticos; sin embargo, es desde este ámbito de donde deben partir las líneas rectoras.









Bibliografía

ADAMOLI, J.; HERRERA, P. y TORRELLA, S.: “Sustentabilidad de la Expansión Agraria en la Región Chaqueña: condiciones favorables y factores limitantes.” Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. UBA. Buenos Aires. 2004.
AGENCY FOR TOXIC SUBSTANCES AND DISEASE REGISTRY (ATSDR): http://www.atsdr.cdc.gov/toxfaq.html
ARDILA, Ayda: “Paraquat y Endosulfán, en la mira de la PAN”, en The Ecologist para España y Latinoamérica Nro19 Barcelona. Octubre – Noviembre de 2004. (pp. 24-27)
CARRERAS, Julio (h): “Tucura: el azote de Dios”, en Revista Zoom, política y sociedad en foco, del 21 de febrero de 2010.
CIENTÍFICOS POR LA ELIMINACIÓN DE LOS CONTAMINANTES: http://www.listas.net/ma/decops/decops1.htm
COMPENDIUM OF PESTICIDE COMMON NAMES: http://www.hclrss.demon.co.uk/index.html
ECOACTIVISTAS: “¿Quién quiere pesticidas? Bhopal: Nunca Más”, en The Ecologist para España y Latinoamérica Nro19 Barcelona. Octubre – Noviembre de 2004. (p. 3)
EPSTEIN, Samuel: “Declaración Internacional sobre los Peligros Sanitarios de la Contaminación Química. La Llamada de París”, en The Ecologist para España y Latinoamérica Nro19 Barcelona. Octubre – Noviembre de 2004. (pp. 12-17)

GIANFELICI, Darío Roque: “Efectos de los Agroquímicos usados en el Cultivo de Soja”, en www.EcoGenesis.com.ar; 2005.

HENAO, S.; FINKELMAN, J.; ALBERT, L. y de KANING, H.: “Los Plaguicidas en las Américas”. Organización Mundial de la Salud. División de Salud y Ambiente. Washington, D.C. 1993.
JARA, Miguel: “Sustancias tóxicas bioacumulativas en nuestros cuerpos y el medio ambiente. El peligro está en todas partes”, en The Ecologist para España y Latinoamérica Nro19 Barcelona. Octubre – Noviembre de 2004. (pp. 33 -36)
LIBERALI, Ana María: “Calidad de las Aguas de la Cuenca del Plata”. Comité de Enlace Pro-Naciones Unidas. Buenos Aires. Noviembre de 2004.
LIBERALI, A.; VELÁZQUEZ, G.; DIMARCO, A.; MATTIELLO, A. y FERRANTE, E.: “Sobre el Efecto de los Plaguicidas en la Cuenca del Salado de la Provincia de Buenos Aires”, en Anales LINTA 2001. Laboratorio de Investigaciones del Territorio y el Ambiente. Comisión de Investigaciones Científicas. Provincia de Buenos Aires. Manuel B. Gonnet. Junio de 2002.
MARX, Karl: “El Capital”. Tomo I. Fondo de Cultura Económica. México.
NIVIA, Elsa: “Endosulfán (Thiodan)”, en Enlace. Boletín de la Red de Acción en Plaguicidas de América Latina RAP-AL. Palmira, Colombia. Julio de 1993.
PAN INTERNACIONAL. PESTICIDE ACTION NETWEK (RED DE ACCIÓN CONTRA PESTICIDAS): http://www.pan-international.org
PAN UK. PESTICIDE ACTION NETWEK (RED DE ACCIÓN CONTRA PESTICIDAS): http://www.pan-uk.org/
PENGUE, Walter A.: “Cultivos Transgénicos. ¿Hacia dónde vamos?” Lugar Editorial. Buenos Aires. 2000. (208 pp.)
PESTLAW ONLINE. PESTICIDE.NET: http://www.pestlaw.com/
RACCA, Liliana y RISSO, Rosanna: “Los Impactos producidos por el manejo de agroquímicos en el Espacio Rural Pampeano”, en Medus, N. (compiladora) En torno de lo rural… matices de la Geografía. Universidad Nacional de La Pampa. Facultad de Ciencias Humanas. Instituto de Geografía. Santa Rosa. 2003.
RAMÍREZ, Juliana: “¡Basta de Agrotóxicos!”, en Red Eco Misiones. Posadas – 2005.  
REIS, Claude: “Pesticidas a pleno pulmón”, en The Ecologist para España y Latinoamérica Nro19 Barcelona. Octubre Noviembre de 2004. (pp. 28-32)
REPÚBLICA ARGENTINA. Ministerio de Salud y Acción Social. Programa Accidentes. Subprograma Accidentes por Plaguicidas. Informes varios. Buenos Aires. 1998 – 2001.
ROBIN, Marie-Monique: “El Mundo según Monsanto”. Documental en DVD. 2008.
SÁNCHEZ, Antonio: “Pesticidas. Los Niños, los más amenazados”, en The Ecologist para España y Latinoamérica Nro19 Barcelona. Octubre – Noviembre de 2004. (p. 39)
---------------------- “Sistema Nervioso. Los plaguicidas causan depresión, insomnio, ansiedad…”, en The Ecologist para España y Latinoamérica Nro19 Barcelona. Octubre Noviembre de 2004. (p. 37)
www.ecoportal.net: “Paraguay denuncia a la Argentina por Papeleras Contaminantes”, 27 de febrero de 2006.




[1] Esto fue demostrado por las investigaciones que lleva adelante el doctor Juan Carlos Demaio, jefe de cirugía del hospital provincial. Sin presupuesto y contra los intereses de tabacaleras y papeleras alertó a tomar conciencia y parar de una vez con el uso indiscriminado de agrotóxicos que mal forman el futuro. Las investigaciones de Demaio comenzaron con la detección de un gran número de chicos con malformaciones del sistema nervioso central, llamada mioelomelingocele (MMC), que implica que nazcan con la medula abierta, quedando con incontinencia urinaria, fecal y trastornos motores de miembros inferiores. Ante esta detección en el ´87 creó el Centro de Investigación, Estudio y Tratamiento de Enfermedades Malformativas de Misiones, que comenzó por identificar en qué zonas habían sido gestados los niños afectados ya que esta malformación se provoca en los 28 días de gestación.
[2] Este alerta se produjo en el marco de las Terceras Jornadas de Discapacidad y Derechos Humanos que, organizadas por la CTA, PAMI y la Secretaría de Derechos Humanos tuvieron lugar en Posadas en 2005.
[3] Plaguicidas que fueron prohibidos hace ya tiempo en la Argentina, siguen “apareciendo” en productos de origen animal, especialmente en lácteos, como leches maternizadas, yogures y postres que consumen de modo privilegiado bebés y niños, señalan estudios realizados por toxicólogos de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA. Pero, afortunadamente, dicen los investigadores, hay solución para este problema. “Analizamos 50 muestras de leches maternizadas y 51 muestras de yogures y postres disponibles en el mercado. Hallamos que sólo el 10 por ciento de ellas estaba libre de los plaguicidas cuya presencia queríamos detectar, dada su peligrosidad, especialmente para los bebés y niños”, explicó la doctora Edda Villaamil Lepori, profesora asociada de la cátedra de Toxicología y Química Legal y directora del equipo de científicos. Por Amalia Beatriz Dellamea -Centro de Divulgación Científica– Facultad de Farmacia y Bioquímica, de la Universidad de Buenos Aires.
[4] La empresa multinacional química-farmacéutica Bayer se ha comprometido a concluir con la distribución del plaguicida ENDOSULFAN en el año 2010 y a reemplazar a este tóxico por alternativas más seguras. Téngase en cuenta que tanto en Alemania como en casi 60 países más está prohibido desde hace años.
[5] Estos productos actúan como disruptores endocrinos, provocando efectos similares al estrógeno en el hombre. Los disruptores hormonales como el endosulfan actúan suplantando a las hormonas naturales, bloqueando su acción o elevando sus niveles. Tienen además efectos carcinogénicos comprobados y neurotoxicidad. Su capacidad de disolverse en los tejidos grasos y permanecer allí inertes durante mucho tiempo provoca efectos a distancia, tanto que se calcula que aún en los lugares en que han sido prohibidos seguirán provocando cáncer y alteraciones hormonales en los próximos mil años. Los efectos carcinogenéticos están determinados por su acción sobre el ADN. Esta misma acción los hace especialmente peligrosos para las primeras etapas fetales donde de dicha información depende la constitución correcta del ser a desarrollarse, humano o animal. Esta acción, de no imponerse límites al uso de estas sustancias, podría llegar a poner en peligro la supervivencia de especies enteras, entre ellas la humana.
[6] “Un estudio del Dr. Alejandro Oliva, a cargo del Programa de Medio Ambiente y Salud Reproductiva que depende del Instituto Universitario Italiano de Rosario, que incluye pacientes que consultaron por esterilidad en Rosario, Ciudad de Santa Fe y Villa Libertador San Martín en Entre Ríos demuestra que los agroquímicos están produciendo alteraciones en la calidad del semen de los productores expuestos a estas sustancias.”
[7] El Ministro de la Secretaría del Ambiente paraguayo, Alfredo Molinas, finalmente solicitó a la Fiscalía General de Estado de ese país que investigue "si existe o no contaminación" por parte de los establecimientos industriales de Misiones, que elaboran pasta celulósica, "poniendo en riesgo al ambiente y a las personas que habitan en la comuna de Carlos Antonio López, departamento de Itapúa, Paraguay, a partir del vertido, sin tratamiento previo, de efluentes industriales que -entienden-, contaminarían con sustancias tóxicas al río Paraná". La denuncia parte de la verificación que el propio Molina realizó en el lado argentino del río Paraná, en proximidades de las fábricas, donde existen actividades de contaminación, según dice el escrito que elevó ante la Fiscalía de Estado de su país, donde también invocó el delito tipificado en el artículo 203 del Código Penal de Paraguay, que trata los hechos punibles contra la seguridad de las personas frente a riesgos colectivos. Una fuente de la Secretaría del Ambiente estatal aseguró que de detectarse contaminación, habrá que identificar a los responsables del delito, aunque la denuncia expresa que es "contra personas innominadas".
[8] Este último caso es el único donde cabe anotar una victoria en la lucha por preservar el medio ambiente, ya que la Cámara Federal de Tucumán dispuso el procesamiento de los directivos de esa empresa.
[9] ”Estas empresas tienen piedra libre: en Celulosa Puerto Piray, hace seis años, el Ministerio de Ecología llegó a labrar un acta por falta de tratamiento de efluentes, pero la empresa amenazó con cerrar la planta y, como todo el pueblo depende directa o indirectamente de ella, la gente misma pidió levantar la medida", denuncian los pobladores. (www.ecoportal.net)
[10] Esto se articula con las manifestaciones de vecinos del triángulo formado por las localidades de Puerto Esperanza, Puerto Libertad y Wanda, donde viven unas 40.000 personas, en las proximidades de la planta Alto Paraná. Todos ellos pidieron reserva de sus nombres. Es que, según uno de ellos, "al principio yo denunciaba mucho pero tuve que dejar de hacerlo cuando empecé a recibir amenazas y la familia me puso un freno". Este vecino advirtió que "Alto Paraná desmonta hasta la orilla de los cursos de agua y así las aguas se contaminan con agrotóxicos y algunos arroyos, sin la protección del bosque, se secan". Otro vecino afirmó que "cuando se corrió la bola de que compraban tierras, hubo una estampida de colonos queriendo venderles la chacra: por la yerba, que fue hace unos años el oro verde, ahora no pagan más que 18 centavos el kilo; y lo mismo pasa con el té, con los citrus". Un tercer vecino contó, al diario argentino Página 12, que "en los cítricos se forman pintitas negras, las mandarinas se secan. Tengo tres árboles de mandarina y ninguno está dando fruta; los vecinos más viejos dicen que, antes de la fábrica, no era así". Este vecino vive al sur de la planta, adonde "cuando hay viento norte, el olor se siente muchísimo más fuerte. Es nauseabundo". Y "en los lugares del Paraná donde arrojan el desecho, el río cambia de color, toma un color amarillento, hay peces muertos, qué yo qué echan ahí".


Extraído de Liberali, Ana y Omar Gejo (directores) (2010) La Argentina como Geografía. Procesos Productivos e Impacto Social (1990-2008). Universidad Nacional de Mar del Plata. Universidad Nacional de Luján. Centro de Estudios Alexander von Humboldt. Unión Geográfica de América Latina. Red Latinoamericana de Estudios Geográficos de la UGI. Buenos Aires. ISBN 978-987-97685-5-6; pp. 227-248.

No hay comentarios:

Publicar un comentario