domingo, 27 de mayo de 2012

Argentina en el comercio mundial (3ra. parte)

Principales exportadores mundiales – Año 2007


País
Valor Absoluto
En billones U$S
Valor relativo (%)
Valor relativo acumulado

Alemania
1626.4
9.5
9.5
1
China
1217.8
8.7
18.2
2
EEUU
1116.5
8.3
26.5
3
Japón
712.8
5.1
31.6
4
Francia
553.4
4.0
35.6
5
Holanda
551.3
4.0
39.6
6
Italia
491.5
3.5
43.1
7
Reino Unido
437.8
3.1
46.2
8
Bélgica
430.8
3.1
49.3
9
Canadá
419.0
3.0
52.3
10
República de Corea
371.5
2.7
55.0
11
Federación Rusa
355.2
2.5
57.5
12
Hong Kong
349.4
2.5
60.0
13
Singapur
299.3
2.1
62.1
14
México
272.0
2.0
64.1
15
Taiwán
246.4
1.8
65.9
16
España
241.0
1.7
67.6
17
Arabia Saudita
234.2
1.7
69.3
18
Malasia
176.2
1.3
70.6
19
Emiratos Árabes Unidos
173.0
1.2
71.8
20
Suiza
172.1
1.2
73.0
21
Suecia
169.1
1.2
74.2
22
Austria
162.9
1.2
75.4
23
Brasil
160.6
1.2
76.6
24
Tailandia
153.1
1.1
77.7
25
India
145.3
1.0
78.7
26
Australia
141.3
1.0
79.7
27
Polonia
138.8
1.0
80.7
28
Noruega
136.4
1.0
81.7
29
República Checa
122.4
0.9
82.6
30
Irlanda
121.0
0.9
83.5
31
Indonesia
118.0
0.8
84.3
32
Turquía
107.2
0.8
85.1
33
Dinamarca
103.5
0.7
85.8
34
Hungría
94.6
0.7
86.5
35
Finlandia
89.7
0.6
87.1
36
Irán
86.0
0.6
87.7
37
Sudáfrica
69.8
0.5
88.2
38
Venezuela
69.2
0.5
88.7
39
Chile
68.3
0.5
89.2
40
Nigeria
65.5
0.5
89.7
41
Kuwait
62.4
0.4
90.1
42
Argelia
60.2
0.4
90.5
43
República Eslovaca
58.2
0.4
90.9
44
Argentina
55.9
0.4
91.3
45
Israel
54.1
0.4
91.7
46
Portugal
51.5
0.4
92.1
47
Filipinas
50.5
0.4
92.5
48
Ucrania
49.2
0.4
92.9
49
Vietnam
48.4
0.3
93.2
50
Total 50 Países
13.006.4
93.2
93.2

Total
13.950.0
100
100
Fuente: Elaboración propia en base a datos de la OMC

Ahora bien, a fin de establecer ciertos parámetros de comportamiento de estas economías, resulta necesario efectuar algunas consideraciones. En primer lugar, no sólo se observa que la casi totalidad de los intercambios económicos los efectúan medio centenar de países, sino que a su vez dentro de este grupo también queda manifiesto el control de la economía–mundo por parte de las regiones centrales. Si se consideran de forma conjunta a América del Norte, Europa Occidental y Asia Pacífico, todas ellas sumadas superan el 80% del comercio mundial a lo largo del período en observación, mientras que el magro, el reducido resto se lo reparten entre las economías más rezagadas, periféricas o no desarrolladas[1]. Esta “desproporción”  muestra claramente las limitaciones del capitalismo periférico.

Es inevitable comenzar el análisis entonces por estas regiones que determinan el rumbo del comercio internacional.
  Empezaremos por Asia Pacífico, que ha sido la región que más dinamismo ha tenido en estos 17 años analizados. Si bien es la segunda región -luego de Europa Occidental- con más países dentro de los primeros 50 (13 y 16 respectivamente), es la única dentro de las áreas centrales que ha incorporado un país a esta lista (en 2002), mientras que en el caso europeo sucede lo inverso. No obstante, al interior de la región asiática se han producido modificaciones de monta.  Sin duda, el impacto más resonante corresponde a China, que pasa de una participación del 1,8% en las exportaciones mundiales a convertirse en la segunda nación en el mundo (8,7%), después de Alemania en 2007. El proceso de “apertura” -un eufemismo con el que se diluye la restauración capitalista en China-, que comienza en la década de los 80 de la mano de Deng Xiaoping, sentó las bases para este “astronómico” ascenso. Pero hay que advertir que China no es un caso aislado en la región asiática, si bien su despegue causa asombro[2]. Es que el redireccionamiento de las inversiones del capitalismo central propició, durante las últimas cuatro décadas, el desarrollo de diversas plataformas de producción industrial, ancladas todas en condiciones favorables para incrementar desde allí la decreciente tasa de rentabilidad[3]. Millones de habitantes transformados en potenciales consumidores, pero fundamentalmente vistos como mano de obra poco calificada y barata, reformas legislativas y procesos de apertura económica, convirtieron al sudeste asiático en el epicentro perfecto para llevar adelante el plan[4]. Al observar los cuadros queda de manifiesto este fenómeno. Por un lado, como ya se mencionó anteriormente, de las regiones que lideran el comercio internacional es la única que ha visto incrementar su participación porcentual relativa (6% aproximadamente). Un elemento relevante es que este incremento  no tiene como motor ya a Japón, su histórica potencia líder, quién disminuye relativamente su participación en un poco más de un tercio (8.4% en 1990, 5,1% 2007). A su vez, en el resto de las economías también encontramos comportamientos dispares, pero que convalidan igualmente, de conjunto, el proceso de industrialización de la geografía asiática. Ello se explica, por un lado por la consolidación de algunos de los países denominados “Tigres”[5], aunque con ciertas fluctuaciones como el caso malayo, de Filipinas o Indonesia, economías que pueden considerarse como las más débiles dentro de este grupo de “países emergentes”[6], y que además fueron las más vapuleadas por la crisis asiática de 97. Estos países han quedado, indudablemente, a la sombra de China y, en alguna medida, del  renacimiento Indio. Éste último caso resulta interesante destacar, para contraponer a los casos de Nueva Zelanda y Australia, economías que al inicio del siglo XX tenían un papel preponderante –aunque dispar– como ex colonias británicas y productoras netas de materias primas, y hoy se encuentran en franco retroceso. En el primero de los casos directamente desaparece de la lista, mientras que en el caso de Australia se observa que no ha podido sumarse convenientemente a la dinámica de crecimiento inusitado de la región, apareciendo con una participación menguante, sorprendentemente declinante en la comparación intra-asiática[7].

En el caso del viejo continente, también estos 17 años analizados han servido para que se observen dinámicas internas interesantes, que responden, en buena medida, a la lógica de un fuerte proceso de desindustrialización fronteras adentro de las naciones más poderosas. Es indudable que los cambios políticos que vinieron de la mano de la caída del bloque soviético,  y que significaron la incorporación de estas economías al ya vasto mercado europeo, coadyuvaron  al proceso de reestructuración mencionado. Nuevamente aquí los países más poderosos, a excepción de Alemania, que se consolida en el primer lugar mundial (con caída en 2002), ven disminuir su participación. Posiblemente el caso del Reino Unido es el signado como el de mayor retroceso relativo (en 2007 la participación británica se había reducido en un poco más de un tercio con respecto a 1990). A su vez, los países europeos de una segunda línea en importancia pero con industrialización y economías consolidadas (Suecia, Suiza, Noruega) también sufrieron la retracción comercial pero no en la magnitud de los de vanguardia. Por su parte, los países que han sido considerados como plataformas de industrialización  dentro del bloque han tenido una performance dispar. Mientras España, por ejemplo,  ha logrado sostener su participación en un marco cambiante, países como Portugal y Grecia no lograron aprovechar los beneficios de pertenecer al bloque comercial más importante del planeta. Muestras de esta inestabilidad también la ha sufrido Irlanda, que a comienzos del siglo XXI se había convertido en un atractivo mercado para las inversiones, duplicando su participación comercial con respecto a 1990 (un 1,4% viniendo de un 0.7%), aun cuando ese éxito entró en declinación en los últimos años[8]. En contrapartida, Turquía -aunque teniendo en cuenta la magnitud menor de los valores intercambiados de los que parte- ha conseguido duplicar el porcentaje de sus exportaciones en el periodo analizado (0.4% en 1990 y 0.8% en 2007)[9].

Es probable que en el marco del proceso de ampliación hacia el este del mercado europeo, haya primado más el proceso de desindustrialización del occidente que la anexión de nuevos mercados consumidores. De esta manera, se observa que la región pierde alrededor del 10% de presencia comercial en el periodo de análisis (47.1% en 1990 y 36.9% en 2007).

Situación similar a lo hasta aquí expuesto ocurre en América del Norte. La economía motor de la región, EEUU, ha dado muestras claras de debilitamiento en los últimos años. Si bien a comienzos del actual siglo esto ya se observaba claramente, la caída no fue tan considerable como el resto de las potencias y logró mantenerse al tope del escalafón, pero la inestabilidad económica, sumada al proceso de desinversión y su concomitante giro hacia el capitalismo financiero han conllevado a un retroceso palmario en los últimos años, siendo superado claramente por Alemania y China. De la mano de esta situación,  sus socios minoritarios –Canadá y México– manifiestan una  fuerte dependencia del mercado norteamericano. Ahora bien, en estos casos se deben efectuar ciertas consideraciones. Lo primero a considerar el nivel de desarrollo de los países en cuestión, ya que México es dos tercios más pequeño que Canadá, por lo tanto las expectativas en términos de desarrollo son diferentes. [10] Mientras que Canadá se encuentra en retroceso (3,7% en 1990 y 3% en 2007), México ha duplicado su participación en el mismo periodo (1.2% y 2.0% respectivamente), aunque ha comenzado a sentir la presión de la expansión mercantil china en el mercado estadounidense que está jaqueando la situación de las maquilas[11].
En el otro extremo del mundo, la esquilmada partición periférica. El viraje hacia una economía de mercado de Europa Oriental, y la decisión política de Europa Occidental –léase, Alemania- de consolidar el continente bajo su órbita, conllevó al incremento de participación de algunos países, convertidos hoy en los “nuevos talleres” de Europa.  Ejemplo de ello es el gran crecimiento relativo que ha tenido Polonia, República Checa y Hungría. El primero de los casos en dos veces y media más que al inicio de la última década del siglo XX (0.4 en 1990, 1% en 2007). En la misma tónica, República Checa, división mediante, ha  triplicado su participación en el mismo periodo (0.3% y 0.9%). Por último, Hungría, aunque con un crecimiento menos a los ejemplos antes citados también entra en esta tónica (0.3% y 0.7%).
En el caso de las ya extintas naciones socialistas, las situaciones han sido dispares. Por un lado, Rusia se ha consolidado, sustentado en la exportación de materias primas, dentro de los 20 exportares mundiales. Dentro del ex bloque soviético, sólo Ucrania ha logrado sobrevivir a la desaparición de la URSS.

Mucho se ha hablado del incremento en la demanda de materias primas, del aumento del valor de ciertos commodities y de la oportunidad de posicionarse en el mercado mundial para los países proveedores de tales recursos. Nada mejor que observar las estadísticas para corroborar la veracidad de tales aseveraciones.
En primera instancia, resulta interesante observar a los países proveedores del recurso energético que desvela al mundo.  se toma en cuenta a los exportadores de petróleo, se puede ver que la realidad es diferente para cada uno de ellos. En este sentido, el convulsionado corazón del mundo petrolero (Medio Oriente) ha incrementado su participación, en un poco más de 1% en el periodo analizado (3.1% en 1990 y 4.3% en 2007). Ahora bien, se tiene en cuenta la caída del 2002 (2.9%), el repunte del último quinquenio es más significativo aún. No obstante cuando se analiza el comportamiento de los países al interior de la región surgen las disparidades existentes. Arabia Saudita se consolida en el periodo como el líder regional, sin embargo, quién más ha crecido son los Emiratos Árabes, duplicando sus exportaciones (0.6% en 1990 y 1.2%  en 2007).

Si esta situación ha resultado favorable para Medio Oriente, no se puede decir lo mismo del continente africano. No sólo se encuentra en retroceso de su ya magra presencia (1,9% en 1990 – 1% en 2007), sino que como consecuencia de ello Libia ya no forma parte de la lista en análisis. Dentro de esta participación minoritaria, Sudáfrica, sustentada en la exportación de minerales, es la que lidera el comercio continental (0.5%)[12].

En el caso de Centroamérica y Sudamérica, la coyuntura internacional parece haber favorecido a la región. Su incremento ha sido del 0,6% en todo el periodo. De igual manera, claramente queda de manifiesto la posición rezagada que ocupa en la economía mundo. Al sondear al interior claramente se ve que la performance brasileña, lo ha consolidado como el líder regional, sostenido por las dimensiones de su mercado interno, con un  incremento que aunque resulte ínfimo (0.3% en todo el periodo) comparado con otros, no debe ser despreciado. El resto de los países se encuentran muy por debajo del gigante sudamericano. De la mano del “oro negro”, Venezuela se ha mantenido estable como segundo país en la región (0.5%). Pero sin dudas, el mayor ascenso relativo ha sido el de Chile, incrementando en una vez y media su participación mundial (0,2% en 1990 y 0.5% en 2007), superando a Argentina.

Resulta interesante analizar ahora el caso argentino, desde la “bipolaridad” que media entre el discurso liberal y la manifestación concreta de la realidad. Los números reflejan una cierta estabilidad relativa que ronda el 0,4% a lo largo de todo el periodo[13]. Esta estabilidad ni siquiera le ha permitido mantenerse. No sólo ha perdido presencia a nivel general, sino que a su vez, ha quedado rezagada en el marco sudamericano. Partiendo de la premisa de que se encuentra dentro de una región con condiciones de inserción periférica, el éxito augurado a principios de los 90, cuando el país era reputado como bien encaminado por el establishment financiero internacional, resulta imposible de justificar. También quedan expuestos aquellos que con denodados esfuerzos sostienen que el país tiene una “oportunidad histórica” como proveedora de alimentos, pretendiendo rememorar los dorados años del modelo agroexportador.  En este sentido, desconocer las condiciones materiales históricas es lo único que puede justificar aseverar un futuro prometedor para la economía argentina, lo que muestra claramente la esterilidad de los postulados del discurso dominante.


Bibliografía


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BUNGE, Alejandro (1984): “Una Nueva Argentina”. Hyspamérica. Madrid.
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KRUGMAN, Paul (2010): “El Espejo Irlandés”, en diario El País, del 14 de marzo.
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PETRAS, James (2010): EUA China: Provocar o credor e abraçar o santo", en www.resistir.info, del 11 de marzo.
SADER, Emir (2010 a): “Estado: problema e soluções”, en http://www.cartamaior.com.br/,  del 7 de febrero.
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STIGLITZ, Joseph (2010): “Los peligros de la reducción del déficit”, en www.elpais.com, del 14 de marzo.




[1] El término no desarrollado o subdesarrollado ha perdido vigencia. Utilizado con frecuencia en el contexto de posguerra, los últimos treinta años lo han marginado. Su declinación ha sido pareja con el ascenso de una variante más “neutra”, es decir, más ideológica, la de los “mercados emergentes”, que ha implicado a la postre el jaque a las corrientes desarrollistas, tan comunes y determinantes durante la década del sesenta en la periferia del sistema mundial.
[2] “China se ha convertido en la planta ensambladora de un sistema de producción regional. Japón, Taiwán y otras economías asiáticas desarrolladas exportan a China partes y componentes de alta tecnología, donde se ensamblan y exportan los productos terminados. El creciente déficit comercial de Estados Unidos con China ha generado preocupación. Se ha hablado menos de que éste se ha reducido marcadamente con Japón y el resto de Asia conforme toma forma el nuevo sistema de producción regional. Las manufacturas estadounidenses están siguiendo el mismo camino, enviando partes y componentes a China para que  ésta ensamble y exporte, en su mayoría de regreso a Estados Unidos. Para las instituciones financieras, comercializadoras gigantes de venta al minoreo y los dueños y gerentes de industrias manufactureras, estos desarrollos son celestiales”(Chomsky, Noam: 2010).
[3] Una interesante descripción de un proceso de transferencia del parque industrial a Asia desde los EE.UU lo hallamos también en estas posiciones del sociólogo estadounidense  James Petras (2010) “O défice comercial anual dos EUA com a China cresceu quase quatro vezes entre 1999 e 2008, de US$68,7 mil milhões para US$266,3 mil milhões. O crescimento do défice comercial coincide com a mudança maciça do investimento estado-unidense da manufactura para a especulação financeira, imobiliária e em actividades de seguros. Por outras palavras, os EUA re-direccionaram suas estratégias de investimento da produção de mercadorias utilizáveis e de qualidade para o consumo interno e exportação em favor da importação de bens manufacturados do exterior com um maior lucro para as corporações. O enfraquecimento da capacidade produtiva dos EUA– suas forças produtivas– reflectiu-se na sua posição competitiva declinante e no aprofundamento dos seus desequilíbrios comerciais”.
[4]No debe descuidarse un arrastre histórico innegable: el este de Asia fue el centro durante casi tres décadas de la Guerra Fría en Oriente, producto de la derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial y la Revolución China. Estos hechos, y sobre todo el último, modificaron el estatus de la región. En líneas generales, la declinación británica, que el Japón imperial no pudo reemplazar por su derrota militar, provocó la resolución revolucionaria de la crisis china y consecuentemente transformó en un frente caliente a Oriente, signado a partir de allí como el epicentro de una guerra fría regional. Corea, Vietnam (Indochina), en primer plano, pero también Indonesia, por ejemplo, en un plano menos expuesto, fueron jalones de este enfrentamiento decisivo.
[5] Por “tigres” se han entendido ante todo los casos de despegue económico de Corea del Sur, Taiwán, Hong-Kong y Singapur. Los dos primeros resultan estados nacionales de frontera en la guerra fría este-asiatica. Constituían experiencias gemelas de los regímenes comunistas de Corea del Norte y de la República Popular de China. El caso coreano todavía mantiene vigencia confrontativa, siendo el régimen norcoreano un sobreviviente de la restauración capitalista en la región. Los otros dos, Hong-Kong y Singapur, son dos ciudades estados, mega-puertos que ofician de gigantescas aduanas para la región que envuelve a China. En todos los casos, pero sobre todo en los ejemplos de los estados nacionales, estamos frente a una respuesta económica vibrante que siguió a la estela de desarrollo abierta por el capitalismo central, histórico, de la región, Japón, que hacia 1973-74 ya había alcanzado una reconstitución que lo transformaba en un actor económico de clase mundial.
[6] Este término surge en un contexto de cambio respecto de la tradicional fase de recuperación de la posguerra. En el marco de la expansión asiática extendida, luego de la crisis del petróleo de los años setenta, las problemáticas del desarrollo fueron oscurecidas por los “milagros” amarillos. Esta fue la antesala de la aparición del fenómeno emergente. En su primera acepción, como mercados emergentes, son el producto inmediato de la crisis de Wall Street de 1987, que obligó al reciclamiento de ingentes cantidades de capital dinero impedidas de reproducirse en los agobiados circuitos centrales, sobre todo en el por entonces castigado circuito bursátil neoyorquino. De las entrañas de la Bolsa, a la casa financiera Goldman Sachs le corresponde la paternidad de dicho “concepto”. Y fue esta misma casa financiera, hacia el año 2001, en el marco de otra crisis, la de las tecnológicas o punto com, que en la misma senda generó el término “BRIC”, acrónimo que hace referencia a una geografización divergente de la anterior pero que dio continuidad a un mismo proceso, reciclar capital dinero sobrante en los circuitos centrales.  Sin embargo, lo que representó un cambio cualitativo quedó oscurecido, resguardado de las miradas comunes, promedio. Es que el cambio “mercados emergentes” por “BRIC”, por referencia a Brasil, Rusia, India y China, implicó un reconocimiento tácito del abandono de las pueriles visiones “geométricas”, anti-geográficas del momento paroxístico de la globalización. Los “mercados emergentes”, prácticamente emancipados de la determinación material, dieron paso a la muy material categoría “BRIC”, que no sólo identificaba a cuatro países, no mero mercados, sino que éstos son básicamente inmensas masas materiales, tanto en el aspecto territorial como demográfico, y podríamos decir en tanto construcciones histórico-políticas, también como geografías de peso.
[7] Debe reconocerse que tras la Segunda Guerra Mundial Australia era la economía de mayor peso específico comercial de la región asiática; sus exportaciones daban cuenta de casi la cuarta parte del giro exportador de ella. Los últimos números, por el contrario, demuestran que Australia ha pasado a significar apenas un 4% del movimiento comercial de Asia. Este derrumbe, que implica casi una reducción efectiva de seis veces, debería dejar varias señales para los habituales cantos de sirena sobre las posibilidades abiertas de las producciones primarias en el mercado mundial.
[8] El caso de Irlanda es de los más resonantes de los últimos tiempos. Durante los años noventa fue una de las revelaciones económicas nacionales tanto como para que se hablara del “tigre celta”, comparándolo con algunas de las “exitosas” experiencias de la periferia asiática que recibieron precisamente ese apelativo. Pero en los últimos tiempos, todo ha cambiado. E Irlanda, junto con Portugal, Islandia, Grecia y España, han pasado a revistar como sonoros fracasos económicos, tras haberse desatado la crisis financiera en el corazón del mundo a partir del año 2007. Finalmente el “tigre” ha devenido en un “puerco” -a estos países se los ha pasado a conocer despectivamente como “PIIGS”-, lo que denota la devaluación que ha sufrido (Harvey, 2008 y Krugman, 2010).
[9] Turquía es un ejemplo interesante para analizar. Es una economía mediana de la periferia, que ensayó una industrialización sustitutiva de las importaciones no alejada de las experiencias que nosotros conocimos en América Latina. El principal impulso se desarrolló a partir de los años sesenta y en los últimos veinte años ese esquema fue girando a un modelo más cercano a las experiencias de las plataformas industriales. La presencia de Alemania ha sido un elemento central para el desenvolvimiento de un parque industrial de producción de bajo costo, sobre todo asentado en el sector textil.
[10] Como nota de color, la Organización Mundial del Comercio, en su último informe anual (2007) dejó de considerar a este país como perteneciente a América Latina. Desde ese año en adelante América ha quedado dividida en América del Norte y Centroamérica y Sudamérica. Clara muestra lo que ha significado en el crecimiento de México luego de la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte como plataforma industrial con excesiva dependencia del mercado estadounidense.
[11] La situación comercial mexicana es altamente ilustrativa de las manifiestas contradicciones en las que queda envuelta una economía periférica cuando es jalada por una “locomotora” como la norteamericana. Si bien la proyección comercial se abultó ostensiblemente, su virtual enfeudamiento al mercado estadounidense, del que depende en más del 90 %,  da cuenta de la debilidad estructural de dicha vía de “progreso”. La “maquila”, descripción determinante de las características de este proceso, es, por demás, una forma degradada -tan acotada como trunca- de industrialización, muy alejada de los otrora conocidos procesos de industrialización -sostenidos durante casi cuatro décadas desde la crisis del treinta- orientados hacia  los mercados internos de los principales países de Latinoamérica. Demás está decir que la actual crisis de México, de una hondura sin igual, es un síntoma privilegiado de los estrechos límites impuestos por este modelo de desarrollo posterior a la crisis de  los años setenta (Sader, 2010b).
[12] Sudáfrica es otro importante testimonio del retroceso histórico que han sufrido los productores de materias primas en el mercado mundial. Su marca actual se encuentra en la cuarta parte de lo que era su registro de los comienzos del período de posguerra. Ni aún siendo el único país con una industrialización relativamente importante en términos africanos ha podido evadir su decadencia comercial. En el período en consideración la regresión alcanza a casi un treinta por ciento de su participación relativa de 1990.
[13] Teniendo en cuenta el incremento notable del comercio en este período, mantener un registro de 0,4% incólume es, de todas formas, una muestra de que algunos sectores han respondido activamente a cierta demanda del mercado internacional. Es claro que estamos hablando de la agricultura en general y de la soja en particular, que para esta cosecha pareciera estar alcanzando a superar los cincuenta millones de toneladas. Es probablemente el mayor éxito en décadas del sector externo argentino. Sin embargo, son notorias las limitaciones de este proceso a la hora de pensar que se constituirá en una verdadera salida capaz de impulsar a  un espectro amplio del conjunto económico del país.


Extraído de Liberali, Ana y Omar Gejo (directores) (2010) La Argentina como Geografía. Procesos Productivos e Impacto Social (1990-2008). Universidad Nacional de Mar del Plata. Universidad Nacional de Luján. Centro de Estudios Alexander von Humboldt. Unión Geográfica de América Latina. Red Latinoamericana de Estudios Geográficos de la UGI. Buenos Aires. ISBN 978-987-97685-5-6; pp. 139-159.

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