miércoles, 16 de mayo de 2012

LA METAMORFOSIS AGROPECUARIA: DE LA DIVERSIDAD PRODUCTIVA AL MONOCULTIVO SOJERO (1ra. parte)

Prof. Alí Fatima,
Prof. Canestro Florencia
Universidad Nacional de Mar del Plata

INTRODUCCIÓN
Para analizar y comprender la configuración de la actual estructura agroproductiva de nuestro país, consideramos apropiado iniciar el desarrollo del presente trabajo desde una perspectiva regional entendiendo a la región, según Sormani H. como “....un elemento complejo de la estructura espacial de la sociedad humana, en la que el proceso de división del trabajo ha ido imponiendo ciertos rasgos que las diferencian de otras regiones, tanto por las especiales condiciones presentes en su génesis y en lo desigual de su desarrollo, como por las modalidades que asume en ella la actividad productiva  generalizada por las relaciones sociales imperantes y por el nivel logrado por las fuerzas productivas.”
Desde los albores de la independencia argentina, dadas las ventajas comparativas que presentaba nuestro territorio, nos insertamos dentro de la división internacional del trabajo adoptando el rol de exportadores de materias primas, dependientes de la demanda externa. Esta realidad  se ha perpetuado a lo largo de la historia y hoy se ve reflejada a través del desmesurado crecimiento, en superficie y en volumen, de la monoproducción del cultivo de la soja. De esta manera reproducimos el modelo Agroexportador, que caracterizó a la Argentina de fines de siglo XIX y principios del siglo XX[1], con el agravante de que el modelo de producción actual se encuentra signado por la uniformidad de los campos argentinos y por la pérdida de la diversidad productiva que otrora nos caracterizó y nos posicionó como “el  granero del mundo”.
Es la década del 60’, la que a nivel mundial marca el comienzo del proceso de modernización de los sistemas agrícolas en el marco de la denominada Revolución Verde, basada en la introducción de maquinaria agrícola, semillas mejoradas, agroquímicos, sistema de doble cultivo (trigo-soja), etc. En nuestro país, esta transformación se incorpora en la década del 70’ y  se profundiza en los 90’ con la adopción de variedades genéticamente modificadas (soja RR –roundup ready- marca registrada de Monsanto, resistente al herbicida glifosato) y la siembra directa.
La región originariamente receptora de estos adelantos tecnológicos fue la pampeana, por ser la que históricamente concentró esta actividad económica y contó con los factores de producción necesarios para desarrollarlos, así como con un sector social que lo instrumentara. Esta situación se vio propiciada por un conjunto de políticas que responden a la doctrina  neoliberal implementada a través de un ajuste estructural caracterizado por la descentralización del Estado, desregulación de la economía, privatización de las empresas públicas, ley de convertibilidad, flexibilización laboral, achicamiento del mercado interno, fuerte presencia de capitales multinacionales, surgimiento de nuevos actores sociales (complejos agroindustriales, pools de siembra, entre otros), etc.
En este contexto, el favorable precio de la soja en el mercado mundial, el incremento de su demanda, la posibilidad que ofrece esta oleaginosa de ser cultivada en áreas que naturalmente no presentan óptimas condiciones para su producción, sumado a la revalorización de las tierras de la pampa húmeda, dieron como resultado el avance de la frontera agrícola hacia el noreste y noroeste de nuestro país, principalmente, generando una pampeanización de sus sistemas ecológicos, reduciendo y/o reemplazando las producciones autóctonas destinadas mayormente al consumo interno del país, desplazando a la ganadería de zonas tradicionales de cría e invernada (implementándose la técnica del feed lot[2]), destruyendo sus ecosistemas y generando una mayor exclusión social .

DESIGUALDAD REGIONAL EN LA ESFERA CAPITALISTA
Retomando la importancia del concepto de región  y parafraseando a Sormani, en cuanto a la influencia que el sistema capitalista  ejerce sobre la configuración de las formaciones sociales históricas, cabe destacar que no se limita a los aspectos políticos, sociales y económicos sino que se expresa en la organización del espacio exacerbando su carácter desigual, tanto a escala mundial, nacional, regional y local.
Nuestro país no escapa a la dependencia en la que nos sumerge el capitalismo, ya que el modo de producción le ha dado desde sus orígenes una configuración específica que nos permite distinguir claramente dos tipos de regiones: pampeana y extrapampeana.
La división internacional del trabajo les ha asignado a lo largo de la historia distintos roles, cumpliendo la primera un carácter periférico respecto del Alto Perú en la etapa colonial, y que luego a partir del modelo agroexportador y posteriormente el modelo Sustitutivo de Importaciones la van a posicionar como región central. Por su parte, las regiones denominadas “tempranas” (Cuyo y NOA), por preexistir a aquel periodo, estuvieron vinculadas inicialmente al eje Potosí - Buenos Aires y posteriormente ya incorporadas la región Patagónica y NEA, se articularon a la dinámica interna del trabajo comandada por los intereses económicos dominantes de la región pampeana, por lo que su funcionalidad siempre tuvo un carácter de periférico dentro del sistema interregional argentino.
En cada región se fueron creando y consolidando sistemas de organización económica, social y territorial en función del nivel alcanzado por las fuerzas productivas y de las relaciones de poder que en ellas se consumaron en cada momento histórico, confiriéndole un conjunto de particularidades que las convierten en espacios únicos.
En las últimas décadas, el conjunto de políticas impartidas por los sucesivos gobiernos neoliberales han configurado un nuevo escenario regional, poniendo en jaque cultivos tradicionales como el trigo, maíz, algodón  y arroz, desplazados por el cultivo de la soja y otorgándoles a las empresas oligopólicas el manejo casi absoluto del circuito productivo atentando nuestra soberanía alimentaria. La expansión del cultivo de la soja y su rendimiento por hectárea para se puede observar en el siguiente mapa.

  
FUENTE: SAGPYA.2002

Con el último golpe militar se inicia el proceso de desindustrialización y se impulsa la siembra comercial de la soja respondiendo a la creciente demanda de aceite y harina (principales subproductos), y es a partir de los 90’ con la asunción de Carlos Menem a la presidencia de la  nación, cuando entre otras de las nefastas reformas, se decide la disolución de la Junta Nacional de Granos que garantizaba el precio mínimo sostén, y permitía a los pequeños y medianos productores formar parte de la cadena productiva.
Otro ejemplo claro de estas políticas al completo servicio de los intereses extranjeros, legitimados por el grupo político-económico nacional de turno, ha sido llevar al INTA a informar la base genética de la especie –germoplasma- a las multinacionales productoras de semillas. A partir de entonces el INTA abandona su función de generar conocimiento y acercarlo a los productores para convertirse en un servidor de las multinacionales.

LA ESCALA REGIONAL EN EL ANALISIS
Las consecuencias territoriales de las políticas mencionadas sobre la estructura agropecuaria se evidencian al realizar un análisis estadístico que nos permite inferir sobre las causas que llevaron al incremento de la superficie total implantada  (15% desde el censo de 1988 hasta el  del 2002 ), de la superficie cultivada con soja y de las variaciones que se produjeron en la extensión de las explotaciones agropecuarias en las últimas décadas.
Se puede visualizar una marcada disminución del número de explotaciones agropecuarias pasando de 538 mil ha. en el  censo de 1960, a 421 mil en el censo de 1988 y 333 mil ha. en el último (2002). Según éste, la reducción de las explotaciones agropecuarias tuvo un mayor peso en la región Pampeana con un 66% del total del país. Dentro de la misma, las provincias que registran una mayor caída fueron Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe con un 55% del total del país.
Esta  disminución, se relaciona directamente con la desaparición de las pequeñas y medianas explotaciones, sobre todo aquellas menores a 500 hectáreas en simultáneo al proceso de concentración de tierras en pocas manos.
Entre los procesos que explican el fenómeno mencionado, encontramos la descapitalización de este grupo de productores, quienes no tuvieron la posibilidad de obtener créditos que les permitan financiar su transformación tecnológica y de esa manera adaptarse a las condiciones que exige el mercado. Como contrapartida se produce un aumento de las medianas y grandes explotaciones agropecuarias junto al crecimiento de la superficie  explotada bajo distintos tipos de contrato (aparcería, arrendamiento, entre otros).
A escala regional,  es la Pampeana la que presenta la mayor caída en el estrato de hasta 500 ha. e importantes aumentos en los estratos de 2.500 a 10.000 ha. y de más de 10.000 ha. Esto se hace más marcado si consideramos las provincias de Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe. Aquí las explotaciones del estrato más pequeño que ocupaban el 34% de la superficie en 1988, pasan a ocupar sólo el 26%.mientras que el porcentaje de superficie ocupada por el resto de los estratos crece en todos los casos.
La región Cuyana muestra una caída en la superficie que ocupan las explotaciones de hasta 500 ha. y un aumento en las categorías de 500 a 2.500 ha. y en las de 2.500 a 10.000 ha.
La región del NOA refleja la mayor caída en el estrato de más de 10.000 ha., disminuyendo un 33% de la superficie ocupada en el periodo intercensal 1988-2002 y evidenciando un aumento de las pequeñas y medianas explotaciones sobre todo las de 500 a 2.500 ha.
El NEA presenta leves caídas en la superficie ocupada por las explotaciones de hasta 500 ha. y de 2.500 a 10.000 ha. y  un importante aumento en el resto, sobre todo en las de 500 a 2.500 ha.
Por último, la región patagónica muestra una escasa disminución en la superficie que ocupa la categoría de 2.500 a 10.000 ha. y un crecimiento en las restantes, destacándose el estrato de 500 a 2.500 ha.
Las variaciones descriptas, como se mencionó anteriormente, presentan una estrecha relación con el vertiginoso incremento del cultivo de la soja dentro del grupo de las oleaginosas en un 150 % pasando de 4,3 millones de ha. (dentro de las 6,9 del total de la especie) para 1988 a 10,8 millones en 2002 (de los 12,9 del total del grupo para ese mismo año) como se observa en el cuadro siguiente.


Cuadro 1: Evolución del cultivo de soja en la Argentina en los últimos 30 años


AÑOS
HECTÁREAS SEMBRADAS
HECTÁREAS COSECHADAS
PRODUCCIÓN
1971/72
79.800
68.000
78.000
1981/82
2.040.000
1.985.600
4.150.000
1991/92
5.004.000
4.935.710
11.310.000
2001/02
11.639.240
11.405.247
30.000.000

FUENTE: Estimaciones agrícolas. SAGPYA.


El 82% de este aumento es explicado por Córdoba, Santa fe, Buenos Aires y Entre Ríos, mientras que del porcentaje restante se destacan Santiago del Estero, Catamarca, Chaco, Salta y Tucumán, provincias que adoptaron el cultivo a partir de la expansión de la frontera agropecuaria, facilitada por el uso de la siembra directa y el desarrollo de semillas transgénicas, pilares del proceso de sojización.
En el NOA, se destaca Santiago del Estero con un crecimiento relativo del 549% (de 63. 722 a 413.382 ha.) seguida por la provincia de Catamarca con un incremento de 413% (de 5.877 a 30.164 ha.). La que registra un decrecimiento del 67% es la provincia de Jujuy, mientras que las provincias de Tucumán y Salta también presentan un aumento en sus valores.
Dentro de la región del NEA, la provincia del Chaco se destaca por tener un aumento de 2.333% (de 16.745 a 407.445 ha.), seguida por Formosa con un crecimiento del 750% (de 774 a 6.574 ha.), mientras Misiones y Corrientes ven disminuir su superficie (-71% y –18% respectivamente).
Por su parte, la región de Cuyo muestra a San Luis como única provincia con un incremento en su superficie implantada de 12.106% ( 369 a 45.078 ha.). Por último, la región Patagónica no posee superficie ocupada por esta oleaginosa. 
El gráfico siguiente refleja el análisis expuesto.



 

[1] La incorporación de la agricultura en la región pampeana durante esta etapa no trajo aparejada en su desarrollo una similar destrucción de la vegetación natural a la originada en la actualidad como producto de la implementación de técnicas asociadas, principalmente, al cultivo de la soja.
[2] El Feed Lot es una modalidad de engorde intensivo de animales bovinos de corral. El desarrollo de la actividad implica una dieta con elevada cantidad de alimento proteínico basada en un complejo alimenticio compuesto en su mayor parte de semillas de soja y otros forrajes de menor valor, además de una serie de vitaminas sintetizadas y en muchos casos anabólicos, agregado continuo de hormonas, antibióticos, reguladores de crecimiento y otros suplementos artificiales en la dieta para producir terneras fornidas y de carne tierna, pero con el doble de contenido de grasa intramuscular que el de los animales criados a campo.
En los feed lot los animales permanecen en corrales de escasas dimensiones (donde se encuentran hacinados) por más de 150 días para su engorde y posterior faenado, obteniendo una carne devaluada en calidad.

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