jueves, 17 de mayo de 2012

LA METAMORFOSIS AGROPECUARIA: DE LA DIVERSIDAD PRODUCTIVA AL MONOCULTIVO SOJERO (2da. parte)

PRODUCCIÓN DE SOJA Y ACTORES INTERVINIENTES.
El análisis precedente puede comprenderse si se tienen en cuenta las particularidades que presenta la producción de la soja ya que al ser un cultivo de verano fácilmente adaptable a distintos suelos y regímenes de lluvia, ofrece importantes ventajas comerciales.
Esta oleaginosa se puede aprovechar de diversas maneras desde su propia semilla hasta la obtención de subproductos como el pellet, el aceite y la harina. El principal destino de las semillas de soja es la industrialización para la obtención de aceite, cuya producción mundial, supera a otros como el de girasol. En la última década, la producción y el comercio mostraron una sostenida tendencia creciente.
A nivel internacional la soja es el cultivo oleaginoso de mayor importancia siendo Estados Unidos, Brasil y luego Argentina los principales productores. En nuestro país, cerca del 99% de la soja implantada es transgénica[1] y por presentar mayor rentabilidad desplazó a otros  cultivos tradicionales e incluso numerosos productores ganaderos o lecheros, abandonaron su actividad para dedicarse al cultivo de aquella.
 La mayor parte de la actividad industrial se localiza en la provincia de Santa Fe, en las zonas aledañas al río Paraná. La cercanía entre la producción primaria y la industria transformadora genera una importante ventaja competitiva, ya que reduce los costos de transporte.
Actualmente Argentina cuenta con aproximadamente 49 plantas aceiteras. La mayor parte de ellas procesan soja y por las similitudes en los procesos de obtención también pueden industrializar girasol y maní, entre otras oleaginosas.
 Las principales empresas que concentran esta actividad son Cargill, Bunge Argentina, Dreyfus, AGD, Vicentín y Peco, quienes representan  más del 87 % del total exportado.
La rentabilidad que este cultivo genera se refleja en las inversiones que realizan estas compañías. En el caso de Molinos Río de la Plata, del grupo Pérez Companc, invierte en este negocio cerca de 80 millones de dólares en la ampliación de la capacidad de procesamiento de su planta ubicada en San Lorenzo, Santa Fe. Por su parte la Aceitera General Deheza (AGD) invierte 25 millones de dólares para incrementar su capacidad de acopio de soja. También el grupo francés Louis Dreyfus destinó 6 millones de dólares a la ampliación de su planta de General Lagos. Antes de esta ampliación, esta planta ya era la más grande del mundo y contaba con una capacidad de procesamiento de 12.000 toneladas diarias.
Hasta la década del 90,  el consumo del aceite de soja a nivel nacional no era significativo, dado que la demanda interna se orientaba principalmente hacia el aceite de girasol. No obstante, el sostenido incremento de la producción sojera, sumado a la caída de la de girasol llevaron a un aumento en la participación de la primera en el consumo total de aceites.
La devaluación fue otro de los factores que acrecentó su consumo ya que produjo una fuerte alza de  los precios, momento en el que el aceite de soja puro se introduce en el mercado argentino y se comercializa a precios más bajos que el resto.
El aceite de soja refinado posee múltiples usos comestibles. En nuestro país se emplea en la elaboración de aceites mezcla, aceites hidrogenados y margarinas, entre otros productos. La combinación entre alta producción y bajo consumo doméstico hacen de Argentina el mayor exportador mundial de este aceite.
El "pellet" de soja es el principal subproducto de la industrialización de la oleaginosa. Es rico en proteínas y se emplea esencialmente en la producción de alimentos balanceados para la ganadería. Se destinan, casi en su totalidad, a mercados de exportación, dentro de los que se destacan los países de la Unión Europea.
El complejo sojero integrado por porotos, aceites y harinas, constituye la principal fuente de divisas para el país lo que denota una alarmante dependencia económica de los mismos, como se evidencia en el siguiente cuadro que muestra la composición porcentual de las exportaciones agroindustriales por principales rubros en 2004.


PRODUCTO
2004
soja
41
trigo
8
maíz
7
pesca
4
carnes
6
frutas
4
girasol
4
pieles y cueros
5
otros
21
TOTAL
100

           
FUENTE: Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos.


LAS VOCES QUE NO SE OYEN
El Costo Social
Si bien todo cambio productivo trae aparejado, indefectiblemente, un impacto social, pudiendo ser este negativo o positivo, en este caso particular no caben dudas que los réditos son apropiados por unos pocos cuyos intereses son totalmente ajenos al bien social. Esta situación generó mayor vulnerabilidad en la sociedad quien es la que sufre en definitiva las externalidades negativas de esta economía de enclave.
Las transformaciones que la expansión de la soja  provocó fueron múltiples, cuyos pilares se apoyan en el cambio de la estructura agraria que incluye aspectos como el marco natural, el uso del suelo, el tamaño de las explotaciones, la tenencia de la tierra, la población ocupada directa e indirectamente por la actividad, la tecnología utilizada y la organización del territorio.
Este nuevo escenario plantea una gran concentración del poder agroalimentario por parte de los ya mencionados monopolios, dando lugar a una agricultura sin agricultores, realidad que ha perjudicado especialmente a los pequeños y medianos productores, tanto a aquellos que destinaban su producción a la subsistencia como a los que la orientaban al mercado interno, y que por no poseer el capital necesario para reconvertir sus producciones y responder a las nuevas demandas del mercado global, resultaron sumamente damnificados. De mas está aclarar el rol que el Estado ejerce a favor de los intereses empresariales sin priorizar y reforzar la equidad social.
Ante la endeble realidad en la que se vieron inmersos, los campesinos se  enfrentaron a diferentes situaciones en función de sus posibilidades:
·   Supeditarse a los intereses de las grandes empresas siendo absorbidos por éstas; 
·                     abandonar  la actividad (que en muchos casos responde a prácticas ancestrales);
·                      comprar sus semillas e insumos a las corporaciones y comercializar a través de ellas;
·                      invertir su escaso capital en la compra de maquinaria para luego arrendarlas, etc.
Cabe destacar que muchos de ellos pasaron a engrosar el ya elevado número de personas que se encuentran bajo la línea de pobreza e indigencia.
En respuesta a las desventajosas condiciones a las que quedaron expuestos estos productores y ante la pasividad del Estado para evitar la exclusión social de los mismos, surgieron en los últimos años movimientos sociales que luchan por defender los derechos de los campesinos y  por subsistir ante la injusticia impartida por las actuales reglas del mercado, liderado por empresas que monopolizan los factores de producción.
Un claro ejemplo de ello es el MOCASE[2], Movimiento campesino de Santiago del Estero, creado como consecuencia del avance de la frontera agrícola sobre esta provincia. Por otro lado, la expansión furtiva de esta última hacia nuevas zonas vírgenes a la soja, indujo a una cruel expulsión de los pueblos originarios que allí se asentaban sin recibir ningún tipo de protección por parte del gobierno para impedir su desarraigo.
Otro de los aspectos que no podemos dejar de citar tiene directa relación con las afecciones sobre la salud humana que genera la soja desde su producción (por la utilización de agroquímicos, hasta su consumo) ya que se conocen casos de intoxicaciones seguidas de muerte tanto en las personas que los utilizan como en aquellos que habitan en zonas aledañas.

El Costo Ambiental
El impacto que produce el cultivo de la soja no sólo merece una análisis socioeconómico pues estamos frente a una problemática que está perjudicando el medioambiente de manera notable al disminuir la biodiversidad que caracteriza a cada ecosistema, produciendo la muerte de los microorganismos del suelo por la aplicación continua de agroquímicos, contaminación de las napas freáticas, resistencia de malezas al herbicida glifosato y una destrucción continua de los organismos benéficos como los insectos.
El crecimiento de la superficie sembrada por soja al incrementarse año tras año de forma vertiginosa, trae aparejada la pérdida de miles de hectáreas debido a la deforestación y la consecuente desertización de los suelos. Ambos procesos responden a la racionalidad cortoplasista del sistema económico vigente, que no respeta siquiera aquellas áreas que en el país son reservas naturales protegidas.[3]
Desde mediados de la década del 90’, la reducción de costos de producción que presenta la soja transgénica trabajada por siembra directa, aceleró la deforestación. Una de las consecuencias observables en el medio ambiente es la destrucción de bosques y selvas a causa de la expansión agrícola, resultando éste uno de los procesos de degradación ambiental más intenso, sobre todo en el noroeste.
Según los datos obtenidos por el Laboratorio de Investigaciones Ecológicas de las Yungas, Universidad Nacional de Tucumán, casi la totalidad de la selva pedemontana en tierras planas y un 80% del bosque chaqueño de llanura han sido reemplazados por agricultura.
El este de Salta se suma a las zonas afectadas ya que casi 600 mil hectáreas de bosque han sido transformadas en agricultura en los últimos 30 años.
En el norte de Córdoba, la superficie de bosque se redujo un 85% entre 1969-1999, alrededor de 1,2 millones de hectáreas de éstos fueron convertidos en cultivos, campos de pastoreo, bosques bajos o matorrales.
De mantenerse las altas tasas de deforestación que se registran en la actualidad, los extensos bosques del gran Chaco y la Selva de las Yungas verían amenazada su estabilidad y hasta incluso podrían desaparecer.
Además, otra de las preocupaciones se relaciona con el aumento de las lluvias y con ellas las inundaciones en las últimas décadas. Este aumento en las precipitaciones está ligado al cambio climático global así como también a otros factores entre los cuales se encuentra la expansión de superficies sembradas con cultivos de bajo consumo hídrico como la soja.
El cultivo de soja no retiene el agua en el campo sino que facilita la escorrentía, por este motivo, cuando llueve el agua se desliza por el campo y pasa a engrosar el caudal de los ríos produciendo en ocasiones inundaciones como las acontecidas, recientemente, en las provincias de Santa Fe y  Salta.


CONSIDERACIONES FINALES
A modo de conclusión podemos afirmar que las consecuencias económicas, sociales y medioambientales resultantes de lo planteado, no son internalizadas por quienes las generan, por el contrario, es la población la que debe afrontar las externalidades negativas de la moderna estructura agropecuaria planteada como eje fundamental del crecimiento económico nacional y capaz de combatir el hambre a través de absurdos programas que se crean con el objetivo de incorporar a los propios excluidos por el modelo como consumidores de su principal producto.
Resulta importante destacar que estas campañas se dirigen principalmente a comedores infantiles cuando su consumo se desaconseja en menores de cinco años y especialmente en menores de dos años, por ser deficitaria en muchos nutrientes e interferir en la absorción de hierro y de zinc, además de no ser una fuente de calcio.
Ante lo expuesto, no podemos deslindar la responsabilidad que tiene el Estado de intervenir en los problemas derivados del modelo de acumulación actual, no sólo por ser una de sus funciones sino porque  ha sido y es cómplice del proceso de concentración de la tierra y de la riqueza en manos de los grandes monopolios empresariales que dominan las cadenas agroalimentarias. Éstas, lejos de generar un efecto derrame sobre el conjunto de la sociedad, actúan como enclaves económicos.
Esta estructura productiva planteada como la panacea económica, está imponiendo una nueva organización territorial que perpetúa y profundiza nuestro rol periférico dentro de la división internacional del trabajo, exponiendo al país a una vulnerable y riesgosa situación económica ante la dependencia del monocultivo de la soja. En el interior de nuestro país, irrumpe con la histórica conformación regional extrapampeana, que si bien siempre tuvo un carácter periférico respecto a la zona núcleo, estuvo caracterizada por la presencia de diversos circuitos productivos.
La intención del presente análisis es poner en relieve el peligro que corre nuestra soberanía alimentaria bajo el dominio de los poderes económicos que lideran el mercado mundial, en complicidad con el apoyo del aparato estatal, apartándonos de la posibilidad de plantearnos un proyecto serio de país donde los organismos gubernamentales generen políticas al servicio del bienestar social y no en provecho de aquellos.



BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Agüero, R. “Las dos caras de la Argentina y como América Latina se manifiesta en nuestro territorio”. En Reflexiones Geográficas. Agrupación de Docentes Universitarios Río Cuarto.
Ainsuain, O.; Hugolini, A. “Argentina ¿Panacea nacional o nueva forma del saqueo? El Boom Sojero”. En revista del Centro Humboldt 1397/04.
Gáspari, N. y Grau, H. “Cambios ambientales y responsabilidad de los científicos: el caso del noroeste argentino”. En Revista Ciencia Hoy. Junio/julio 2005.
Gejo, O y Liberali, A. “Las economías regionales bajo la lupa demográfica”. En Benítez, J., Liberali, A. y Gejo, O. “Estructura económica y comercio mundial”. Ediciones Pharos. Buenos Aires. Mayo 1995.
Grupo de Reflexión Rural. “Transgénicos y Fracaso del Modelo Agropecuario”. Segunda edición abril 2003. Tierra Verde La Editorial del GRR.
Pengue, W.”Seguridad alimentaria: ¿Agricultores sin semillas?”.En Le monde Diplomatique. Edición Cono Sur. Buenos Aires. Septiembre 2000.
Pengue, W. “Políticas agropecuarias y soberanía alimentaria. Mirar hacia el mercado interno”. En Le monde Diplomatique. Edición Cono Sur. Buenos Aires. Octubre 2003.
Pengue, W. “Soja ¿El grano de la discordia?”.En www.gepama.com.ar/pengue
República Argentina. Instituto Nacional de Estadística y Censos. Censo Nacional Agropecuario (CNA) de 1988 y de 2002.
 - - - - - -Dirección de Agricultura SAGPYA. “El quinquenio de la soja transgénica”. septiembre de 2002.
Rodríguez, J.; Teubal, M. “Ajuste, reestructuración y crisis del agro”. En Le Monde Diplomatique. Edición Cono Sur Nº 30. diciembre 2001.
Rofman, A. “Las economías regionales a fines de siglo XX”. Editorial Ariel. Bs. As.1999.
Rofman, A. “Desarrollo Regional y Exclusión social. Transformaciones y crisis en la Argentina contemporánea”. Amorrortu Editores. Febrero 2000.
Sormani, H. “Formación Social y Formación Espacial. Hacia una dialéctica de los asentamientos humanos”. Universidad nacional el Nordeste. Resistencia .1974.
Toledo, A. “Economía de la Biodiversidad”. Serie Textos Básicos para la Formación Ambiental Nº2. Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Oficina Regional para América Latina y el Caribe. Edición 1998.



[1] Las variedades transgénicas son resistentes a herbicidas tales como el glifosato que permiten “limpiar” el suelo rápidamente. Estos cultivos requieren muy poca atención y gran respuesta económica en menos tiempo que utilizando las semillas y químicos convencionales. Al aumentar la eficacia en la producción, con la utilización de transgénicos, se pueden bajar los costos, usar menos insumos, aumentar los rendimientos, mejorar la calidad y el valor nutritivo del producto e incluso generar nuevos productos.
[2] El Mocase (Movimiento de Campesinos de Santiago del Estero) es una organización que nació hace más de 12 anos. Hoy aglutina al 50% del campesinado Santiagueño. Sus objetivos principales son la lucha por la tenencia de las tierras y mejorar la política agropecuaria. La principal reivindicación del Mocase es impedir los procesos de desalojos que se realizaban antes del surgimiento de la organización.
[3] En el 2004, por ejemplo, se vendieron dos lotes de aproximadamente 13 mil hectáreas del Área Natural Provincial Protegida en el departamento de Anta, Salta, que se destinarían a la producción de soja y citrus, los cultivos más rentables en la zona, con el objetivo o la excusa del gobernador  que aseguró que con dicha venta y producción se concretará la mejora de las rutas provinciales 5 y 30.



 
Extraído de Liberali, Ana y Omar Gejo (directores) (2010) La Argentina como Geografía. Procesos Productivos e Impacto Social (1990-2008). Universidad Nacional de Mar del Plata. Universidad Nacional de Luján. Centro de Estudios Alexander von Humboldt. Unión Geográfica de América Latina. Red Latinoamericana de Estudios Geográficos de la UGI. Buenos Aires. ISBN 978-987-97685-5-6; pp. 9-25.

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